BIOGRAFÍA DE LA MONA JIMENES
21.06.2013 18:47Cuando era humano, solía llamarse Juan Carlos Jiménez Rufino, pero desde los 16 años fue bautizado como “La Mona” Jiménez, denominación que suplantó a su nombre para siempre y que va a quedar grabado en la leyenda popular de Córdoba. Es que ya lleva 44 años en el escenario, divirtiendo al ritmo de cuarteto a toda una provincia, a cuatro generaciones, y sus alcances fueron más allá de las fronteras de Córdoba. Hoy, con 60 años, es un mito viviente que todos los fines de semana mueve cerca de 15 mil personas o más, siendo el artista que mantiene su trayectoria, liderazgo y vigencia a pesar de los años, las innovaciones musicales, apoyado en un estilo propio que lo hace único e inigualable. Ya lleva 81 discos grabados y nadie se anima a vaticinar cuando dará un paso al costado en esta aventura musical que suma adeptos día a día.Nació el 11 de enero de 1951. No se olvide usted de esa fecha porque en unos años podría ser feriado provincial. En sus inicios, se interesó por el folklore, pero el destino quiso que con solo 15 años, superara una prueba de voz entre 40 participantes y se sumara al “Cuarteto Berna”, siendo esa su primera orquesta. Era vocalista, y desde su juventud y adolescencia, podía palparse su ángel, su carisma especial y esa entrega por el público que lo convierte en ídolo. Con esa banda apenas grabó cinco discos, para después dar el salto y sumarse a su tío Coquito Ramaló, al famoso “Cuarteto de Oro”. Tenía 22 años.
Ahí fue donde explotó su talento individual, con pasos de baile contagiosos y ritmos pegadizos. Creó el famoso hit (muy popular en su época) “Córtate el pelo cabezón” y empezó a disfrazarse. Ya la gente seguía a la banda más por el espectáculo que brindaba Carlos que por el conjunto en sí. Por eso, cuando llegó a 33 años llegó el “Renacer” de “La Mona”.
Abandonó al “Cuarteto de Oro” para dar el salto como solista. Una decisión difícil, un desafío importante teniendo en cuenta los grandes inconvenientes que conllevan tener una orquesta personal. Eran los inicios de los ’80. Épocas de realidades sociales complicadas, en plena dictadura militar. Las radios tenían prohibido transmitir cuarteto. Sin embargo, superó esos obstáculos y edificó una prolífica, sustanciosa, brillante y exitosa carrera como solista que hasta hoy mantiene su esencia y categoría. En el ’84 editó su primer disco: “Para Toda América” para nunca más tomarse respiro. Y no paró de crecer. Sin dudas, el gran salto, el trampolín fue en el ’86, con “Quien se ha tomado todo el vino”, canción que lo catapultó a la fama perpetua, y lo llevó a cantar en todo el país. En Buenos Aires, Salta, Jujuy, Mendoza, Chubut y Tierra del Fuego, empezaron a conocer al cuarteto gracias a ese hit. La canción salió del disco “En vivo”, grabado en el Monumental Sargento Cabral, escenario que lo cobija todos los viernes en Córdoba. Fue la primera banda en grabar en vivo en la música de cuarteto.
Quiso ser Tarzán y terminó siendo “La Mona” Chita. He ahí el porqué de su apodo. A los 21 años superó un coágulo en la cabeza, producto de un botellazo que le pegó en la cabeza, en un partido de fútbol. He ahí el por qué a veces tartamudea y le cuesta decir palabras (inconscientemente, cuando canta no tiene ese problema). Hoy, es invitado a cantar a los programas más importantes de Buenos Aires y del país. Su música trascendió fronteras: tocó en Chile, Uruguay , Brasil, Paraguay, Italia, España, Canadá, Inglaterra, Holanda y Estados Unidos. Se casó con Juana Del Seri (la canción “28 de diciembre es un homenaje al día que se conocieron, el “Día de los inocentes”) y fruto de ese amor tuvo tres hijos: Natalia, Lorena y Carlos, quien actualmente canta con él entre selección y selección).
Pero sin dudas su otro hijo es su legado musical: 81 discos, canciones que perdurarán en la historia, y una pasión inigualable que mueve multitudes al ritmo del “tunga-tunga”, estilo que no fue de su autoría pero que no existe forma de no relacionarlo a él como el más importante y destacado de todos los tiempos.
Lleva vendidos más de 3 millones de discos y eso habla por sí solo. Incluso creó un lenguaje, con señas de barrios, para identificar a los bailarines y sus lugares de origen. Y anticipó que dejará de cantar el día que su voz diga basta y su corazón deje de latir.
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